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La casa de la puerta amarilla

Todo lo que permanece velado en la trama de esta novela singular coincide con los silencios en los que aún se hundía la Argentina de los finales de la dictadura.

Un llamado a San José de Costa Rica obliga a Miguel a volver a después de ocho años de ausencia. Es un regreso forzoso, lleno de desconciertos, de interrogantes, de extrañeza.

La casa, único patrimonio del pasado, ostenta ahora una puerta amarilla detrás de la cual se destejerán los secretos más dolorosos.

Con impecable voz narrativa, Juan Pablo Gómez nos pasea por un barrio que, en la superficie, ha sufrido cambios insignificantes. La verdad está en el fondo, mucho más allá de la puerta y de cualquier sospecha.

La muerte, la indecencia, la estafa, la sordidez se van revelando dificultosamente al tiempo que Miguel transita su propia geografía entre tinieblas afectivas, memorias de la infancia y sensaciones corporales que delatan el excelente trabajo de un autor que sabe cómo alterar el ritmo respiratorio de sus lectores. 

Instinto domiciliario

Un día, Hernán decide no volver a salir del PH donde vive. Su novia ha muerto y él no acude a la policía: prefiere retener su cuerpo para reconstruir una relación que estaba resquebrajándose. La rutina domiciliaria se reduce a esas cuatro paredes donde él cree tenerlo todo, donde no existe el aburrimiento, el crimen ni el castigo. Toda esta armonía se rompe cuando su tía regresa al departamento con un enigmático amigo.

Los desquiciados

“Los relatos tienen en común una rigurosa economía narrativa y un planteo anticonvencional. Feroces por su moral, sorprenden por lo original y el alcance ético que, engañoso a primera vista, es objeto de una sutil lectura.”

 

Noé Jitrik 

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